Thursday, September 9, 2010

Miércoles III

Hoy fue un día un poco diferente. Gracias a mis horarios apretados y la inclemencia del clima, me ahorré el viaje en camión hacia el metro y tomé un taxi. Vaya...
Me subí y el taxista estaba bastante ambientado, escuchando y medio cantando canciones de Grupo Niche y Alberto Plaza. No es que yo sea muy conocedor de esa música, la pantalla de su radio delataba sus gustos (-;

(Para que el lector se dé una idea)


No sé exactamente qué le pasaba al señor, que estaba manejando como un verdadero cafre que no conoce bien el camino. Vueltas forzadas, enfrenones, el mega acelerón para pasar la luz ambar... no, no, ¡yo iba divertidísimo! Y luego se frustraba inmensamente cuando tomaba un atajo y le salía peor. Era todo un show ver a ese gordo personaje intentando cantar bajito mientras conducía nervioso y luego emitía una especie de gruñido de frustración. Llegó el punto en el que tuve que reprimir un ataque de risa. Aguanté estoicamente, pero cada vez que veía sus ojitos indagantes asomarse por el retrovisor para mirarme, mi seriedad forzada se veía terriblemente amenazada. Me delataba una sonrisa que se hacía cada vez más grande. Por fin llegamos al metro, me bajé y pude desahogarme en una grandiosa carcajada. Qué alivio.

Fue un viaje bastante divertido para mí, aunque no creo que a los demás conductores les haya causado mucha gracia las salvajes maniobras del taxista. Y es que es enorme la diferencia entre ir luchando contra una bestia del camino, que ir montado sobre ella.

No comments:

Post a Comment